jueves, 6 de junio de 2013

Freda, com la neu.

¿Cuántas personas, se supone, van a tener que pasar por aquí para que ésto empiece a tener un poco de sentido? 
Así somos todos, nos gusta ilusionarnos por nada. 
Creamos escepticismo barato para llenar los ojos de los demás de mentiras, pero en realidad llenamos nuestro interior fantaseando en el próximo encuentro. 
Nos gusta perder el tiempo imaginando un futuro increíble basado en un pasado idealizado, perdiéndonos el presente por culpa de nuestros sueños. O tal vez, ¿gracias a ellos? No lo creo, no hay sueño que no se consiga trabajándolo cada día. Aquí el esfuerzo propio tiene recompensa, aunque tarde en llegar, aunque no se lo que esperamos. 
Pero cuando empiezas a soñar en un momento del cual tú solamente eres el cincuenta por ciento de la realidad... ¿Qué pasa entonces? Empezamos a depender totalmente de la otra mitad, una mitad que ni siquiera sabe que es tan importante, esa parte externa a nosotros que sin querer hemos interiorizado tanto. Y se nos va el aire, nos juntamos en nuestra cabeza pero en la realidad estamos tan separados que ni nos observamos. 
Como cuesta decirte que no quiero perderte, pero cuesta todavía más interpretar este sentimiento. La emoción de querer a alguien no siempre es agradable... ni mucho menos correspondida. 
Porque tanto tú como yo sabemos que no va a haber reencuentro.



"Un pam, dos pams, tres pams de nas
i digue'm si tu te'n vas
la vida balla descalça.."



R.

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