sábado, 3 de agosto de 2013

Un arma de doble filo.

Y fue entonces cuando comprendí que jamás volvería a ser una estrella del rock.
Entendí el precio de la fama, y lo que una persona está dispuesta a pagar por ella.
Supe que en cualquier momento todo eso iba a fallar, estando yo en lo más alto, siendo yo, el objetivo, la causa y el final.
Un solo foco me iluminaba, un “yo” congelado ante la multitud sedienta por escuchar mis dotes.
Recuerdo esa luz como si la estuviese viendo ahora mismo, blanca, vibrante y salvaje, que conseguía un efecto hechizador en mi cuerpo sudado y cansado, pero lleno de energía.
La masa gritaba, ansiosa por percibir algún sonido, ansiosa por sentir mi voz, esos acordes que descifraban mensajes de rebeldía, de libertad, de rock and roll.
Los medios de comunicación no reposaron la cámara ni un segundo en toda la audición, temerosos de perder algún segundo de éxito que yo les pudiera proporcionar.
Y en un momento todo se paró. Ya no había luz mágica que me diera dotes de ángel, ni turba que acompañase mi silencio con aplausos… ni medios de comunicación, ni aire. Tan sólo un silencio que helaba el alma, un sigilo que lo enmudeció todo, que provenía del éxtasis y provocó una agonía que terminó en los llantos del final.
Un escenario sublime, capaz de conquistar a los oyentes por su belleza, que no supo romper el silencio creado por la situación, que nos impidió alcanzar la gloria.
Y desaparecí, desaparecimos todos, de hecho. Como desaparecen las cosas más importantes de nuestro día a día, como un secuestro a plena luz del día. Y supe que todo había terminado, que había perdido la llama interior que enciende la luz de la energía.
Un guiño de los ojos del ayer me recordó dónde me encontraba, el sitio del cual provenía y allá donde me dirigía en la dirección que estaba tomando.
Demasiado tarde, supongo. Demasiado rápido. Demasiado.

No nos queremos dar cuenta de hasta dónde metemos la pata por fingir que sentimos todo aquello que hacemos y que nos rodea, y un día, de repente, estamos en el fondo, allá donde poca gente ha estado, pero sobre todo, aquel sitio donde solo tenemos dos opciones: permanecer hundidos o luchar para alcanzar la luz. 



 ¿Estás dispuesto a ser una estrella del rock and roll?

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