Diferentes esferas, una misma persona.
Nos atraen, nos repelen.
Nos angustian, nos crecen.
A veces nos llaman, ciegos corremos hacia ellas.
Arduo trabajo de ensordecer palabras escritas sobre la piel.
Naufragan en un océano de bocetos.
Esbozos de un plan que nunca llevaremos a cabo.
Pinceladas en un lienzo que jamás existirá, que nunca
permitiré.
Porque al aceptar nos disponemos a perder.
Y en la derrota está el cansado valor del que ha intentado.
Por lo tanto, desistimos de intentar herir una burbuja.
Abandonamos el ridículo de coincidir, de llegar a entender a
la par.
Llegados a ese punto no importa la razón.
Desvanecemos.
R.
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