Tenemos tantas cosas que contar, tantos momentos que explicar... Nos falta el orden, la prioridad, los deseos y las preferencias. No sabemos por qué hemos llegado hasta aquí pero nos morimos de ganas por gritar que no estamos de acuerdo, que quizás todo esto no es como nos esperábamos.
Y es que corremos a contracorriente toda nuestra vida, contra nuestros miedos, contra el dolor.
Somos "antitodo" y tomamos drogas para olvidar aquel amor que nos rompió el corazón.
Somos capaces de mantener relaciones a distancia pero inútiles en el directo. Somos hambre en los pobres y billetes en el bolsillo de un multimillonario. Somos lo único que tenemos, nada más, pero también nada menos que eso. Simplemente somos, y por el hecho de ser, podemos crear.
Inventamos sueños y dibujamos sonrisas para llegar al rincón vacío de nuestra alma y sentirnos solos rodeados de gente. Pensar lo pequeños que somos, querer desaparecer, aunque solo sea por un momento. Ver, pensar, crecer, sufrir y levantar son las pilares de nuestro camino, aunque a veces nos empeñemos en obviarlos.
Tenemos mil y un instrumentos a nuestro alcance para facilitarnos la vida, pero aún así somos incapaces de entender nuestro cuerpo. Nos esforzamos en vernos mal, la propia visión negativa sobre nosotros mismos, la autocrítica destructiva que nos ha llevado al cuarto oscuro tantas veces.
Hemos roto el espejo cuando en él hemos visto nuestra esencia, que nos ha escupido la verdad y ha huído la inocencia.
Ha vuelto nuestro pasado a huir de nosotros, que exigimos aferrarnos a él para protegernos del presente y lo único que conseguimos es no crear un futuro.
Nos equivocamos, volvemos a probar, volvemos a errar, pero ¿qué importa eso? Las cadenas que nos atan a la realidad no se escuchan si no nos movemos.
Unos presumen de locura teniendo los pies en el suelo, otros, creyendo en la rutina, vuelan más allá de las nubes de los sueños.
Pasado el tiempo nos preguntamos porqué fuimos tan felices algún día, porqué todo eso ha cambiado, sin pensar que lo único que cambia somos nosotros.
Afligirse a la realidad está fuera de nuestras posibilidades, nos negamos a afrontar las cosas como nos vienen dadas, afán por la complicación vital dicen, qué sabrán.
Somos exteriormente pasivos, no mostramos lo que sentimos por miedo a que se nos caiga la máscara de hombres de hierro que poseemos. Vivimos en una lucha constante con nosotros mismos, pero sobretodo nos gusta decir que esto nos pasa a todos para evitar el "yo" rotundo de nuestra consciencia.
Y ahora nos perdemos por el tiempo que perdimos.
"Solitario corazón
vaga sin rumbo por aquí,
buscando un poco de emoción."
No hay comentarios:
Publicar un comentario