Pasa tu mano por mi espalda, mientras me sonríes y te miro.
Pasa el silencio, el sueño, el miedo.
Somos polvo, somos herida, somos espina.
Somos odio y amor.
Somos paz y somos guerra.
Y,
de repente,
no somos nada.
No pasan las horas, ni los días. No pasan las noches ni las lunas.
No me acaricias la espalda, ni me sonríes. No puedo mirarte, porque ni siquiera puedo verte.
No pasa el silencio, ni el sueño. No pasa el miedo.
No somos ni polvo, ni herida, ni espina.
No somos odio ni tampoco somos amor.
No sabemos que es la paz y tampoco podemos ser guerra.
Pero,
si superamos todo lo que pasa, y todo lo que somos,
cómo podríamos pasar siendo nosotros,
ser en ti mientras pasas.
La marea me dejó los versos borrados,
la tinta, un borrón, un papel mojado...
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